El poder del norte
“Aquí empieza la nación”. Así de contundente fue Fox para referirse al norte en su última visita a Mexicali como presidente el pasado octubre. El motivo era la inauguración del primer foro Frontera Norte. “Las oportunidades son ilimitadas”, dijo. Los norteños comienzan a convencerse de su poder y quieren ser un bloque que jale del país. El foro fue el primer paso. Con presencia de empresarios, sociedad civil, academia y administración estatal y municipal, en Mexicali, comenzaron a trabajar con el objetivo de realizar un documento con las necesidades y propuestas para un mayor desarrollo de la zona. Los fronterizos quieren que sus particularidades se incorporen al plan del nuevo presidente para el país, recogido en el documento Visión 2030. “No queremos un trato diferenciado, queremos que nos dejen trabajar”, explica Reginaldo Esquer, presidente del consejo coordinador empresarial de Baja California y promotor del foro.
La iniciativa no es nueva, pero esta vez es diferente. La diferencia está, según Jorge Santibáñez, presidente del Colegio de la Frontera Norte (Colef), considerador el think tank del proyecto, en que ahora la iniciativa es del norte, no de la capital, y no es una iniciativa del poder público, sino de empresarios, academia y sociedad civil. Hay muchos temas que trabajar, pero la principal conclusión del foro es que necesitan instituciones propias que les unifique y les represente. En el sexenio que está por terminar ya hubo un intento, el comisionado para la Frontera Norte, Ernesto Ruffo Appel. Ruffo fue el primer gobernador de un partido distinto del PRI (Baja California, 1989 – 1995). Después de los atentados del 11s (que congeló la reforma migratoria que estaban trabajando EU y México) Ruffo decidió renunciar, se cansó de que en DF y Washington no le hicieran caso. Para Santibáñez, del Colef, la figura no funcionó porque no representaba a nadie. A los gobernadores del norte les parecía impuesto desde fuera, y los secretarios de Estado y diputados federales no querían que nadie viniese a imponerles una agenda de trabajo.
El poder económico del norte es una realidad. El 23% del PIB del país lo producen los seis estados fronterizos. El liderazgo arranca de la capacidad económica y los empresarios piden más facilidades para que continúe el crecimiento. Sin embargo, el bloque norteño es más un proyecto que una realidad. Comienzan a ser conscientes de que pueden funcionar como región, pero queda mucho por hacer. Para volar de Mexicali a Monterrey hace falta pasar por la capital o pasar la frontera y viajar por EU, donde sí hay una integración sureña. Igual ocurre con las carreteras, de Tijuana a Altamira los empresarios usan las carreteras estadounidenses, la ruta 8 o la 10. Este primer foro anuncia la intención de cambio.
La integración vertical está mucho más desarrollada que la horizontal, tanto a nivel de comunicaciones como a nivel social. Es ilustrativo que el área metropolitana El Paso – Ciudad Juárez, con dos millones de habitantes, explica Roberto García, de Colef, es el continuo urbano fronterizo más grande del mundo. En los años 60 el gobierno central decidió impulsar una política explícita de promoción económica e industrial en la zona norte, con permisos especiales de importación, exenciones impositivas y arancelarias y zonas francas que hicieron más fácil el abastecimiento de productos estadounidenses por un lado y la venta de la producción manufacturera a EEUU, por el otro. Para la zona fronteriza resultaba más fácil y más barato hacer negocios con EU que con el centro de la República.
Los residentes en la zona fronteriza tienen pases especiales para cruzar a diario la frontera. Además del continuo urbano de El Paso y Juárez, hay otros como Tijuana - San Diego, Mexicali – Calexico o Reynosa - McAllen. Existen mecanismos de colaboración informales entre los municipios de los dos lados de la frontera como compartir servicios como ambulancias o bomberos o el abastecimiento de agua. David Shirk, director del Transborder Institute, instituto con sede en San Diego dedicado a estudiar los asuntos fronterizos, lo ejemplifica en la relación entre la policía de San Diego y Tijuana, que se reúnen mensualmente en un restaurante de San Diego para trabajar temas comunes. Pero enfrentan una dificultad: esta relación no puede ser formal porque los municipios y estados carecen de capacidad legal para realizar acuerdos internacionales.
Las decisiones relativas a la frontera, finalmente, se toman en el centro. Y la visión es distinta en Washington y Ciudad de México. “La percepción en Washington es que la frontera mexicana está fuera de control y por eso surge la idea de construir el muro”, explica Shirk. La intención del muro de Bush es controlar la entrada de drogas, inmigrantes ilegales y posibles terroristas en territorio estadounidense. Los participantes en el foro creen que este muro no soluciona los problemas, que además no son generados en la frontera y que se trata de una medida electoralista, ya que este mismo mes (noviembre) los estadounidenses votarán gobernadores, diputados y senadores. Los participantes del foro se quejan de que ni la migración ni el tráfico de drogas son problemas que se generen en la zona, pero ellos los sufren.
Son muchos los temas, pero en el norte son conscientes de que la única manera de sacarlos adelante es trabajando juntos. “Nosotros lo que queremos es ser prácticos, queremos trabajar”, afirma Esquer. Los pasos son muchos. Trabajar con el gobierno federal para crear los mecanismos de coordinación y organizarse entre ellos y con sus pares gringos con la mira puesta en el segundo foro Frontera Norte. La cita, en un año, en otra ciudad fronteriza, Ciudad Juárez.
La iniciativa no es nueva, pero esta vez es diferente. La diferencia está, según Jorge Santibáñez, presidente del Colegio de la Frontera Norte (Colef), considerador el think tank del proyecto, en que ahora la iniciativa es del norte, no de la capital, y no es una iniciativa del poder público, sino de empresarios, academia y sociedad civil. Hay muchos temas que trabajar, pero la principal conclusión del foro es que necesitan instituciones propias que les unifique y les represente. En el sexenio que está por terminar ya hubo un intento, el comisionado para la Frontera Norte, Ernesto Ruffo Appel. Ruffo fue el primer gobernador de un partido distinto del PRI (Baja California, 1989 – 1995). Después de los atentados del 11s (que congeló la reforma migratoria que estaban trabajando EU y México) Ruffo decidió renunciar, se cansó de que en DF y Washington no le hicieran caso. Para Santibáñez, del Colef, la figura no funcionó porque no representaba a nadie. A los gobernadores del norte les parecía impuesto desde fuera, y los secretarios de Estado y diputados federales no querían que nadie viniese a imponerles una agenda de trabajo.
El poder económico del norte es una realidad. El 23% del PIB del país lo producen los seis estados fronterizos. El liderazgo arranca de la capacidad económica y los empresarios piden más facilidades para que continúe el crecimiento. Sin embargo, el bloque norteño es más un proyecto que una realidad. Comienzan a ser conscientes de que pueden funcionar como región, pero queda mucho por hacer. Para volar de Mexicali a Monterrey hace falta pasar por la capital o pasar la frontera y viajar por EU, donde sí hay una integración sureña. Igual ocurre con las carreteras, de Tijuana a Altamira los empresarios usan las carreteras estadounidenses, la ruta 8 o la 10. Este primer foro anuncia la intención de cambio.
La integración vertical está mucho más desarrollada que la horizontal, tanto a nivel de comunicaciones como a nivel social. Es ilustrativo que el área metropolitana El Paso – Ciudad Juárez, con dos millones de habitantes, explica Roberto García, de Colef, es el continuo urbano fronterizo más grande del mundo. En los años 60 el gobierno central decidió impulsar una política explícita de promoción económica e industrial en la zona norte, con permisos especiales de importación, exenciones impositivas y arancelarias y zonas francas que hicieron más fácil el abastecimiento de productos estadounidenses por un lado y la venta de la producción manufacturera a EEUU, por el otro. Para la zona fronteriza resultaba más fácil y más barato hacer negocios con EU que con el centro de la República.
Los residentes en la zona fronteriza tienen pases especiales para cruzar a diario la frontera. Además del continuo urbano de El Paso y Juárez, hay otros como Tijuana - San Diego, Mexicali – Calexico o Reynosa - McAllen. Existen mecanismos de colaboración informales entre los municipios de los dos lados de la frontera como compartir servicios como ambulancias o bomberos o el abastecimiento de agua. David Shirk, director del Transborder Institute, instituto con sede en San Diego dedicado a estudiar los asuntos fronterizos, lo ejemplifica en la relación entre la policía de San Diego y Tijuana, que se reúnen mensualmente en un restaurante de San Diego para trabajar temas comunes. Pero enfrentan una dificultad: esta relación no puede ser formal porque los municipios y estados carecen de capacidad legal para realizar acuerdos internacionales.
Las decisiones relativas a la frontera, finalmente, se toman en el centro. Y la visión es distinta en Washington y Ciudad de México. “La percepción en Washington es que la frontera mexicana está fuera de control y por eso surge la idea de construir el muro”, explica Shirk. La intención del muro de Bush es controlar la entrada de drogas, inmigrantes ilegales y posibles terroristas en territorio estadounidense. Los participantes en el foro creen que este muro no soluciona los problemas, que además no son generados en la frontera y que se trata de una medida electoralista, ya que este mismo mes (noviembre) los estadounidenses votarán gobernadores, diputados y senadores. Los participantes del foro se quejan de que ni la migración ni el tráfico de drogas son problemas que se generen en la zona, pero ellos los sufren.
Son muchos los temas, pero en el norte son conscientes de que la única manera de sacarlos adelante es trabajando juntos. “Nosotros lo que queremos es ser prácticos, queremos trabajar”, afirma Esquer. Los pasos son muchos. Trabajar con el gobierno federal para crear los mecanismos de coordinación y organizarse entre ellos y con sus pares gringos con la mira puesta en el segundo foro Frontera Norte. La cita, en un año, en otra ciudad fronteriza, Ciudad Juárez.
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