Descubriendo México

viernes, junio 30, 2006

El momento decisivo

Por fin acabó la campaña electoral, aunque los comicios no son hasta el domingo. Son unas elecciones importantes. Aquí sólo cambia el presidente cada seis años, y además no puede volver a ser elegido, es decir, sólo puede ser presidente de la República seis años. En México, justo por esto, no se mide el tiempo de otra forma que de sexenio en sexenio, y la figura presidencial es fundamental, infinitamente más que la de su partido, es a la vez el gobernante y el papá de la patria, el que decide con su carácter y decisión, el destino de todo un país durante seis años. Lo que le hubiera gustado ser a Aznar, vamos, sólo que se equivocó de país.

Y es una elección crucial porque después de 70 años de dictadura sólo hace un sexenio que hay democracia en el país. En toda su historia, desde tiempos aztecas. Así que es hora de probar qué tan demócratas son los mexicanos, qué tanto le apuestan al cambio, qué tan preparados están los partidos para la nueva situación, incluso el sistema mexicano...

El ambiente está calentito, porque las encuestas dicen que hay dos favoritos, uno de izquierda y el otro de derecha, y que están muy igualados en la intención de voto. Normalmente diría no te fíes de las encuestas y me fiaría más por lo que siento en la calle. A pesar de lo que digan las encuestas y la más o menos credibilidad que generen en mí, la mayor parte de la gente va votar izquierda. Eso es lo que siento en el ambiente, y no sólo eso, porque fundamentalmente las encuestas se hacen por teléfono. La mayor parte del país, entonces, queda fuera (porque la mayor parte del país es pobre y no tiene en su casa teléfono, vamos, que bastante si tiene casa).

Pero esto es México. Cualquier cosa puede pasar, así que habrá que esperar hasta el domingo. Hay algunas diferencias con España: la elección de presidente y congreso están diferenciadas, es decir, no es el Parlamento quien elige al presidente, no tiene, pues, tanto peso el partido en cuanto a presidente (igual un poco más en cuanto a Parlamento), y la cosa está chunga gane quien gane, porque no va a poder controlar totalmente el poder (parece que la cosa va a estar fuertemente dividida).

Por otro lado, la campaña no acaba 24 horas antes de la elección, sino tres días antes. Hoy estamos a viernes y desde ayer no hay campaña. No hay campaña oficial, o sea, no hay anuncios en la tele, pero las calles siguen llenas de propaganda (hasta el hartazgo realmente, la ciudad está sucísima, esto deberían considerarlo contaminación ambiental), las páginas de los periódicos apestan a política. Todo el mundo habla de política, así que la campaña sigue en marcha.

Además de esto, desde las doce de la noche del sábado no se podrá beber alcohol hasta que acabe la jornada electoral. A ver qué inventamos para la noche del sábado si no podemos ir a tomar una copita al bar de moda. Habrá que improvisar. Y en cualquier caso, la toma de posesión no es hasta diciembre, algo que es realmente sorprendente para mí, porque eso significa que el país se queda en suspenso por seis meses, entre que gana el nuevo y puede empezar a mandar. Los viejos ya no pintan nada ni tienen poder, el parlamento está disuelto prácticamente, pero los nuevos todavía no pueden ocupar sus sillones. A México, desde luego, es lo único que le faltaba.

La gente está muy enloquecida con esto de las elecciones. Casi parece una extensión del Mundial de Fútbol, aunque en eso es igual que en España. Se habla de los políticos más como si se hablase de un equipo de fut que como lo que realmente son, gente que quiere gobernar y propone maneras de hacerlo. Algunas conversaciones que capto al vuelo me hacen chirriar los oídos. Casi casi lo plantean de la siguiente forma: el candidato de los ricos, o más bien, de la clase media (que en este caso sería el de la derecha, Calderón), y el candidato de los pobres (López Obrador). Y a estas alturas del partido (llevamos, de forma directa o indirecta, un año de campaña electoral) no me cuesta nada adivinar las preferencias de voto de la mayor parte de la gente que encuentro en mi camino, casi casi, al primer golpe de vista.

Como ocurre en España, la gente discute sin saber, nadie tiene la menor idea de las propuestas (y sí, la masa será estúpida, como dijo Ortega, pero esos estúpidos son los que deciden quién ostentará el poder político los próximos seis años). La intención de voto tiene más que ver con que el candidato parece menos mentiroso (y ojo porque aquí no está ganando el más creíble, sino el que parece menos malo, en negativo), bien porque cree que les va a beneficiar más, bien por alguna experiencia personal anterior, aquí la gente elige candidato por las razones más inverosímiles y más alejadas de la democracia. También, afortunadamente, hay gente que discute sobre las propuestas, pero realmente lo que están prometiendo los candidatos, tanto de un lado como de otro, tiene tan poco peso, es todo tan discutible, que da mucha pena.

Por supuesto, tanto de uno como del otro lado, los candidatos prometen más empleo, más seguridad, más bienestar, en definitiva. Y digo yo, ¿dónde se han estado escondiendo los empleos que hasta ahora no salen, los guardan en el bolsillo? ¿O es que el hada madrina de Cenicienta ha sellado un pacto con ellos para crearlos de la nada? Mi conclusión es que me alegro de estar viviendo, pese a todo, estos momentos en México, pero me alegro también de poder estar viviéndolo con un ojo de extranjera, y no tener que implicarme (quizás ese sea mi principal defecto, nunca quiero implicarme, me gusta mirar desde fuera). Por momentos me enciendo de escuchar a mi alrededor las tonterías que oigo, o por decirlo más elegantemente, los argumentos sin base, tan fácilmente discutibles. Pero me alegro de que no tener que tomar parte de la decisión, porque realmente, no sé lo que haría (y conste que esto lo comento desde la izquierda más convencida y más radical que nunca, aunque eso, en estos días inciertos, es de contenido un tanto borroso).

El Roñas (gracioso angelito)

Hace unos meses, el todavía presidente Fox visitó, junto a su mujer Martha Sahagún (que quiso presentarse ante los mexicanos y el mundo como una mezcla entre Eva Perón y Hillary Clinton y que después del sexenio de su esposo ha quedado más cerca de la madrastra de Blancanieves que de cualquier otra mujer de la historia o del imaginario común) el Centro Tutelar de Menores. Era una visita más de esas que a los políticos les gusta hacer, o más bien a sus asesores de imagen, una de esas visitas en la que el político muestra su preocupación por las capas más marginadas de la sociedad y en las que les gusta darse un baño de masas. Al final de la visita, como ocurre en estos casos, estaba prevista una foto de equipo, que los responsables del centro colgarían probablemente al lado de la imagen de la Virgen de Guadalupe en la oficina del director del centro y que al día siguiente salpicaría los periódicos mostrando justo esa sensibilidad del político en turno.

Sin embargo, en esta ocasión un muchacho avispado, a la hora de hacer la foto, le colocó a Fox cornamenta. Así que la foto pasó de las páginas interiores a la portada del periódico y abrió informativos. Y no es para menos. En tiempos del PRI probablemente el muchacho hubiese desaparecido en misteriosas circunstancias (igual me estoy pasando, me siento medio oscura hoy en mis apreciaciones) y el director del centro hubiese terminado ahí su vida profesional, pasando a engrosar probablemente las filas del comercio informal mexicano con un puesto de tacos en la esquina de alguna calle importante de la capital. El caso es que este gobierno que tanto presume de libertad y democracia (y ojo, no quiero demeritarlo, que el cambio sí ha sido importante) rápidamente salió a interesarse por el muchacho, al que no iba a pasar nada. Resultó que el muchacho se apoda el Roñas. Al estilo que los medios estadounidenses nos han impuesto al resto del mundo, todos los informativos pasaron a contar la historia, casi se convirtió en un personaje entrañable que por supuesto escribió rápidamente una carta pidiendo disculpas al presidente por su atrevimiento.

Y la segunda bomba informativa del dichoso Roñas llena los periódicos de hoy. Resulta que le encontraron un engaño. Se hizo pasar por menor de edad, pero en realidad tiene 21 años. Cuando le detuvieron presentó la documentación de un primo de 17 años para no ir a la cárcel, donde había estado anteriormente. Y es que resulta que el inocente bromista de la foto es un perla. Está en el centro, ahora ya en la cárcel después de descubrirse el engaño (reclusorio Oriente de la Ciudad de México) por robo con violencia y robo en pandilla. Pero antes de eso, estuvo en la cárcel por pegarse con la policía a la salida de una fiesta en 2004 y fue detenido dos veces más por asaltos a mano armada (vamos, que el angelito se dedicaba a robar con pistola). Así que el pobre infeliz no sabe en la que se metió al hacer la gracieta en la foto con el presidente, mejor se hubiera quedado quietecito, porque esta historia empieza a oler al Lute mexicano de la era mediática (y ojalá sea así y termine convirtiéndose en abogado, como en el caso de Eleuterio…)

Pd. Y para quien no conozca la historia del Lute, recomiendo fervorosamente El Lute, camina o revienta…

Preguntas, preguntas...

La noticia saltó ayer a los periódicos (aunque hoy soy incapaz de encontrarla): según el último informe de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (que básicamente aglutina a los países ricos del mundo), México es el segundo país de ese club de Toby con menores ingresos (solamente nos gana Turquía) pero es el país de la OCDE donde la gente vive más feliz. México entró en la OCDE de una forma un tanto peculiar, porque era en ese tiempo en el que gobernaba eternamente el PRI, en el que se enmascaraban las cifras reales por años y que cuando acaba el turno del presidente en cuestión se descubría que la buena marcha de la economía era mentira y todo se iba al traste, y la gente se volvía mucho más pobre de lo que era. En uno de esos periodos de mentira le colaron el gol a la OCDE (a pesar de que más de la mitad de la población nacional era igual de pobre que ahora, si no más). El caso es que la noticia me provoca muchas preguntas: ¿la felicidad es porque somos todos unos ignorantes? ¿Porque nos vale ser pobres? ¿O es que los ricos también lloran? ¿Será que es preferible la pobreza mexicana que la riqueza del vecino del norte? ¿Será que todo es mentira y ni saben medir la riqueza ni saben medir la felicidad? ¿Será que nadie sabe lo que es la felicidad? ¿Alguien tiene algo que decir al respecto?

domingo, junio 25, 2006

Exiliados

Es una palabra que oigo desde niña. Los que se fueron por la guerra, los que se fueron a buscar un mejor trabajo… Yo también me siento exiliada. De muchas cosas. No me voy a detener a describirlas ahora, porque no es de eso de lo que quería escribir hoy. Tan sólo igual que cuando estoy en mi ciudad también me siento exiliada, de otros lugares, de mí misma, de otras personas. Cuando vives fuera de tu lugar de origen de pronto sientes unos ataques de nostalgia que hacen que algo tan estúpido como un partido de fútbol se convierta en algo de vital importancia, incluso si no te gusta el maldito deporte.

México está lleno de argentinos. No es una afirmación gratuita. Es la segunda minoría en México, después de los españoles. Y no es moco de pavo, teniendo en cuenta que los españoles primero fuimos colonizadores y luego, cuando consiguieron echarnos, hubo una guerra fraticida en España que expulsó a medio país y muchos vinieron a refugiarse aquí y construyeron una vida.

En Argentina ya sabemos lo que pasó. Pues todos los que no se quedaron y no reclamaron nacionalidad española o italiana están en México. Y eso a los mexicanos no les gusta demasiado. Les parecen arrogantes (muchas veces lo son) y chovinistas (eso siempre). Pero también les parecen guapos y guapas, así que la relación, como siempre, es de sí pero no. Los argentinos de su lado, como ocurre con la mayor parte de los exilios, se mueven en bola. Siempre que conoces a un argentino en este país sueles conocer a 200 más, que forman parte de su entorno. Y por lo que yo conozco, en ocasiones ni siquiera se caen excesivamente bien entre ellos, pero son compatriotas, y hay que apoyarse en los tiempos difíciles y vivir juntos la nostalgia con un asado y un mate.

En la Condesa, el barrio en el que suelo hacer mi vida, la concentración de argentinos por metro cuadrado es apabullante. Y entre otras cosas, porque el número de restaurantes argentinos es considerable. Hoy era un día crucial para ambas comunidades. Octavos de final de la copa del mundo de fútbol, partido eliminatorio que enfrentaba a los dos países, dos países que si vivieran la vida pública con la intensidad que viven el fútbol serían un modelo para el resto del mundo. Cuestión de vida o muerte. Toda la emoción y a la hora de comer (otra de las cosas que tanto argentinos como mexicanos adoran, la comida y bueno, igual peco de chovinista yo ahora, pero me atrevería a decir que en buena parte gracias a nuestra herencia). Yo quería vivir ese momento, pero no del lado mexicano, sino del lado de los exiliados.

Primero la búsqueda con buena parte de la red argentina que frecuento diariamente. ¿Dónde se van a reunir los argentos para ver el partido? Pues obvio, en su territorio, me indicaron todos los restaurantes argentinos de la zona. Pero además, la casa del embajador, en su jardín, una pequeña reunión para evitar susceptibilidades con los locales. Nosotros nos decidimos por el barrio. El partido era a las dos. A la una y media de la tarde, igual que en cada una de las ocasiones que ha jugado México, las calles estaban desiertas, y la venta de banderas nacionales en cada esquina reflejaba aún más la importancia del evento. De cada casa y cada restaurante salía el sonido de la televisión, preparando al personal. Primer intento, el 8, parque de México, cuyo dueño es argentino. Todos los camareros con camisetas de México y la cara pintada. Los comensales gritaban México México para mi sorpresa. No mucha presencia blanquiceleste. Imposible encontrar lugar, todo estaba reservado y hay consumo mínimo. Continuamos el camino. Siguiente parada, el 10 (llamado así en honor a Maradona). Aquí sí se sentía mayor presencia sureña, pero tampoco hubo suerte. Todo copado. Dos intentos más y nos decidimos por un restaurante argentino cualquiera, caro, familiar, y con algo de espacio todavía.

Las aficiones se repartían por igual, pero estaban aglutinadas por zonas en el restaurante, que sin ser muy grande, tenía las pantallas de televisión perfectamente colocadas para que, te sentaras donde te sentaras, pudieses ver el juego. De nuevo, camareros con camisetas mexicanas. Los camareros mexicanos, el dueño, argentino. Parejas de novios mexicanos, una pareja mixta, un grupo de amigos mexicano, una familia completa (desde el abuelo al nieto de pocos meses) argentina, dos amigas argentinas cuarentonas, dos amigos argentinos bien guapos y las dos tetonas que llegan a animar al lugar y con las que todos los mozos del lugar, babeantes, querían fotografiarse. “¡Así si me dan ganas de animar a Argentina!” oigo que un camarero, mexicano, le comenta a otro por lo bajini.

Yo me siento con mi amigo francés y de alguna forma, ensayamos lo que para nosotros va a ser el martes cuando nuestros respectivos equipos se enfrenten también en un todo por el todo.

Comienza el juego. México sorprende, comienza fuerte. Los mexicanos del restaurante animan a su selección, incluso parece que no hubiera ningún argentino viendo el partido. Incluso le bromean al dueño del restaurante, si gana Argentina no pago la cuenta. Pero cuando Argentina mete su primer gol, para los presentes igual parece que fuese justamente el que les hace campeones del mundo. Gritos, saltos, una celebración que yo no logro entender. Los asistentes sufren. Incluso los camareros, que pobres miran de reojo las pantallas mientras sirven lo que les encargan los sufridos aficionados. Llegan varios fotógrafos de prensa que retratan los momentos de los aficionados. La gente no parece estar disfrutando, más bien parece que sufren. Me siento como Obélix que nunca logra entender a los romanos.

El partido termina con el triunfo argentino. Un camarero mexicano está al borde de las lágrimas, los argentinos celebran, los mexicanos piden la cuenta y salen del restaurante. Nosotros, en breve, también nos marchamos. La ciudad vuelve a su normalidad. Pero en la noche, de nuevo salgo al encuentro con amigos y los bares están llenos de argentinos que celebran desde la tarde. Todos borrachos. Incluso llego a una casa donde todos son argentinos y ya casi ni se aguantan de pie de la borrachera. Hoy no se escucha música de otro tipo que no sea argentina y lanzan consignas contra los alemanes, el siguiente rival. Por un día, los argentinos son los dueños de México.

miércoles, junio 07, 2006

A vueltas con el debate

A ver si nos va quedando claro lo que significan las palabras... Según la RAE, un debate es Discusión de opiniones contrapuestas entre dos o más personas. Eso no se vio anoche. No hubo discusión, hubo monólogos continuados, cada candidato detrás del otro. No hubo ganador, porque no podía haberlo. Cada quien soltó su choro y luego se fueron por donde habían llegado. Cada uno concentrado en una idea, aunque todos proponiendo lo mismo. Más empleo (y digo yo, ¿que ahora resulta que los empleos se los guarda uno en el bolsillo y los saca así tan facilito? Y la otra pregunta que me surge, ¿de qué clase de empleos estamos hablando? ¿Ahora todos los mexicanos vamos a ser ejecutivos de importantes empresas, o se trata de trabajos en la maquila de esos que traen condiciones esclavizantes? Me gustaría que alguno de los cinco me contestase algo....).

Los dos candidatos minoritarios, Campa y Mercado, empeañdos en convencernos de que el voto útil no es beneficioso, que cuantos más sean mejor y que por favor les voten a ellos. Ahora resulta que eso de que haya dos partidos de izquierda es bueno, porque divide el voto. Y yo que pensaba que justamente por eso no era bueno... Digo, tiene ventajas, pero no esa...

Los tres principales, cada quien con su cantinela. Me alucina y me revuelve el hígado sobre todo Roberto Madrazo, no sé cómo tiene la poca vergüenza de decir que con su gobierno no va a haber corrupción, que con su gobierno va a haber seguridad, que va a acabar con el narco. ¿Pero es que piensa que los mexicanos tienen tan poca memoria como para olvidarse de los 70 años de dictadura del PRI? Ellos han sido los culpables de todas las crisis económicas que ha tenido el país desde que tiene vida democrática... ¿Es que piensa que somos tan ingenuos para pensar que todo eso ya se acabó? Felipe Calderón ya se sabe, es el Yunque, es la extrema derecha que se ha apoderado del partido conservador. Calderón se debate entre la continuidad de Fox, con todo lo que eso implica (tres millones de mexicanos emigraron a EU en este sexenio) y la "mano dura", que tanto miedo da. No me quiero imaginar cómo sería manifestarse con Calderón de presidente, lo de Atenco se quedaría en un paseo dominical... Me alucinaba verle porque cada día se parece más a Aznar, hasta usa las mismas expresiones que el bigotón. Le faltó decir "Váyase, sr González".

Y el Peje, o AMLO (¿qué tal si se llamase de segundo nombre Zacarías? Andrés Zacarías López Obrador, AZLO, o Manuel Andrés López Obrador, MALO), Andrés Manuel López Obrador, demagogo por excelencia. Me da vergüenza que el Peje sea la única opción de izquierdas con posibilidades reales de gobernar. Me da vergüenza porque el equipo de AMLO está cargado de Priístas, de esos a los que gustan los viejos métodos, porque no trae propuestas reales, y pretende convencer a los pobres con una pensión que les está prometiendo. Las propuestas que trae son propuestas que puso en práctica el PRI hace años, que ya se supo que no funcionaron, porque el mundo de hoy no tiene nada que ver con eso. Porque es un momento en el que la izquierda mundial anda completamente perdida, buscando la manera de enfrentar el mundo, y el Peje trae un discurso completamente trasnochado. No sé cómo se le ocurre decir que él va a acabar con la corrupción, cuando no lo ha hecho en el gobierno del DF en el que ha estado cinco años.

Y todavía queda un mes para las elecciones. Aunque la campaña real comenzó hace relativamente poco, llevamos discutiendo sobre quién va a ser el próximo presidente desde noviembre del año pasado. Es desgastante, por no hablar del dinero que llevan gastado, porque en México no hay espacios gratuitos de publicidad política en la televisión, es todo a tocateja... En un país con 60 millones de pobres, estos gastos me parecen un poco excesivos...

Y luego están las encuestas. No creo que realmente el Peje y Calderón estén tan igualados, si no es porque a la mayor parte de los dueños de los medios de comunicación les conviene que gobierne Calderón. No es posible, sobre todo porque esas encuestas dejan fuera a la mayor parte de la población, que no tiene teléfono y que vive en zonas aisladas del país, pero también votan... Habrá que ver qué pasa, pero yo ya estoy cansada de tanta morralla...

viernes, junio 02, 2006

(Y por fin) Hablemos de sexo...

A veces se me olvida, pero es cierto. Los mexicanos son muy puritanos. La doble moral impera. Las mexicanas tienen una vida sexual igual o más activa que en el resto del mundo, no se trata de eso, son infieles como todas, les gusta el sexo igual que a todas, muchas cambian de amantes como de calcetines o los simultanean. No hay diferencia en el comportamiento, bueno o malo, los mismos problemas, las mismas dificultades, el mismo disfrute. Esa es la realidad que yo conozco aquí, igual que también conozco la de señora a los 25, adorable esposa y madre a los 30.

La cuestión no es lo que haces, sino que se sepa. No está bien llevar medias de rejilla, por ejemplo, eso es de golfas. Pero no me sorprende que me lo diga alguien que tiene una vida de ñora, me sorprendo porque me lo dice alguien que lleva medias de rejilla. Y la respuesta no es “yo me las pongo porque me da igual que me consideren una golfa”, sino “y a ver quién tiene huevos de llamarme golfa porque más golfa es su madre”. Mi pregunta es, ¿y qué cambia si piensan que eres una golfa? ¿Eres peor persona? ¿Eso quiere decir que eres peor amiga, que trabajas menos o que vas lastimando a los demás? ¿Acaso no tienes derecho a serlo? La respuesta es que no. Aquí a las bodas no está bueno que vayas sola, porque si vas sola estás queriendo decir que no tienes a nadie con quien ir, que no te aguanta ni tu padre, vamos, y sigue siendo una cuestión de estatus, de reconocimiento social, a quién llevas colgado del brazo. Si tienes 28 y no tienes novio te preguntan ¿y cuál es tu problema? Tampoco, por muy liberal que seas, aceptas que tu novio comparta piso con otra mujer, qué van a decir los de Pérez, aunque sepas de más que no va a suceder nada entre ellos… Así son las normas, qué bueno que hay mucha gente peleando por romperlas…