un poco de politica
Todas las miradas están puestas en las elecciones presidenciales de 2006. Va a ser un año muy importante para la vida política del país, ya que supondrá un momento muy importante para la consolidación o no de la recién estrenada democracia en la República. Muchos elementos van a hacer diferentes a estos comicios. Sin embargo, hay todavía muchos otros que hacen dudar del éxito del proceso electoral o que pueden ponerlo en riesgo. Hay muchas particularidades en el sistema político mexicano que es necesario comentar.
El sistema político mexicano, igual que ocurre en otras partes del mundo, es consecuencia de la historia del país, que le da unos elementos peculiares. La primera particularidad que llama mi atención es que en una sola figura se concentran la jefatura de Estado y de Gobierno. Es un sistema fuertemente basado en la figura del Presidente y este esquema es el mismo desde la máxima esfera de poder (la jefatura del Estado) hasta el nivel más básico (la presidencia municipal).
Después de la independencia, el poder siempre lo ostentó un líder, apoyado en un sistema ideológico o no, pero la suerte del país siempre dependió de un individuo, de su personal estilo de gobernar, y cuyo mandato rara vez terminaba de una manera pacífica. Después de la Revolución este sistema no cambió. Surgieron numerosos líderes locales, cuyo poder provenía de las armas, con lo cual el país se hizo ingobernable. Hasta 1929 no se funda el primer partido político para dar cierta estabilidad y unión al país, el Partido Nacional Revolucionario, que pasaría a ser Partido de la Revolución Mexicana en 1938 y que derivaría en 1943 en el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Así que en México se podría decir que ocurrieron las cosas al revés. El partido político se crea para dar cobertura, apoyos y control a la persona que ostenta el poder, y no ocurre que primero surjan los partidos políticos como expresión común de la ideología de un grupo de personas, que quieren luchar por unos intereses comunes, y de los que eventualmente surgen dirigentes primero y gobernantes después.
El sistema de control que creó el PRI (cuyo nombre no deja de ser paradójico, porque no hay nada menos institucional que una revolución) y que funcionó durante 70 años hizo que en México no se pudiera hablar de democracia real, aunque sí formal, dada la existencia de otros partidos políticos y la celebración de elecciones (que no democráticas, porque había todo un mecanismo que permitía conocer de antemano los resultados) periódicas. De hecho, el principal rival (si es que durante 70 años el PRI pudo tener algún rival) de este partido se creó de manera paralela al PRI. El Partido de Acción Nacional fue fundado en 1939 como reacción a las políticas de izquierda del presidente Lázaro Cárdenas por un grupo de empresarios. Se podría decir que es en ese momento cuando se definen ideológicamente los partidos, izquierda – derecha, aunque desde aquel momento hasta la actualidad creo que las ideologías se han diluido bastante, especialmente en el caso del PRI.
El origen de este sistema hegemónico está en la necesidad de control y de estabilidad en todo el territorio nacional. Y es bajo la presidencia de Lázaro Cárdenas cuando se crea toda la maquinaria del PRI. Por primera vez el Gobierno federal tuvo control real sobre todo el territorio. Concentra todo el poder político, consolida el poder económico, controla el ejército y establece dos cosas fundamentales en las siguientes décadas: la facultad de elegir a su sucesor y el sistema corporativista.
México es, desde luego, un país lleno de paradojas (sin decir que otros lugares no lo sean también) y una más es el hecho de que Lázaro Cárdenas, que ha pasado a la historia como un presidente de izquierdas, que hizo mucho por la generalización de la educación y nacionalizó el petróleo, sea quien creó el sistema que permitió a un mismo partido perpetuarse en el poder y acabar con cualquier intento de democracia que pudiera surgir tras la revolución.
Lo que hizo Lázaro Cárdenas para estabilizar el país fue organizar y estructurar toda la sociedad desde el poder. Creó el sistema sindical vertical que hasta hoy sigue manteniendo un poder fuerte (ya no tanto como antaño), aunque quizás hoy el poder se ha estructurado más de una forma territorial, son los gobernadores de los Estados los que tienen mayor control sobre la población. La democracia sindical, todavía hoy en día es inexistente, ya que en una empresa sólo puede haber un sindicato dominante, que es el que firma el contrato colectivo en nombre de los trabajadores. Esta estructura de control fue la que dio estabilidad, crecimiento económico y paz social al país, y a través de estos elementos el sistema tuvo su sustento de legitimidad. No era legitimidad democrática, sino por desempeño.
El problema surge cuando se erosiona la fuente del poder, cuando el sistema deja de dar resultados, porque se produce una falta de legitimidad que genera conflicto y división. El PRI a pesar de esto (que se dio a finales de los 70, principios de los 80), supo mantener el poder un tiempo más y de hecho, a pesar del triunfo en 2000 del PAN, la maquinaria del PRI está erosionada, pero yo no me atrevería a decir que ha desaparecido o perdido completamente su poder. Muchos de los mecanismos siguen funcionando a nivel estatal y local, los sindicatos siguen teniendo mucho poder sobre los trabajadores, el sistema sigue siendo fuertemente personalista, aunque ahora todo es más público y ciertamente más democrático.
Ya comenté antes que el origen de este sistema personalista tiene que ver con la evolución histórica del país, probablemente viene desde más lejos, pero desde luego de una forma muy evidente desde que México es un país independiente y soberano. Y se mantiene hasta hoy. Durante la presidencia hegemónica del PRI, desde esa consolidación del sistema de manos de Lázaro Cárdenas, el candidato del PRI, que luego terminaría convirtiéndose en presidente, era elegido por el presidente saliente, aunque tenía que consultar su propuesta con los presidentes anteriores. Había una familia política y para llegar a ser presidente de la República contaban los méritos personales y las buenas relaciones con las personas adecuadas. No soy tan ingenua como para pensar que en otros sistemas en los que los partidos políticos tienen más peso que el candidato no es así, pero desde luego es un sistema que desvirtúa completamente la carrera política. El hecho de que la persona designada dependa de otras hace que se generen unos grupos de poder dentro de los propios partidos nada deseables para la vida democrática de cualquier país. Se crean favores, deudas personales, intereses particulares, que nada tienen que ver con un proyecto político o una idea de nación. Y lo mismo ocurre a otros niveles, como el municipal o estatal, cada escala de poder tiene su red de clientelismos y sus ascensos y cadenas de favores.
Un elemento fundamental que no he mencionado hasta ahora y que es determinante en la vida política mexicana es el principio de no reelección. Surge de la Revolución, dados los antecedentes de presidentes que pretendían perpetuarse en el poder. Tiene su sentido, es necesario poner límites al poder porque la silla presidencial debe ser muy cómoda y el que se sienta ahí luego no quiere pararse, pero también tiene muchos inconvenientes. Uno, y para mí el principal, es que eso le resta responsabilidad al poder. La población no tiene la posibilidad de castigar o premiar la acción política, y exigir que se corrija o darle más tiempo para que se mantenga un plan de trabajo. Los proyectos no tienen continuidad, cada sexenio se origina un plan que va a terminar con los problemas del sector y al sexenio siguiente viene otro que tiene otra idea mágica y maravillosa que no tiene nada que ver con la anterior y que parte de cero. Y esto a todos los niveles de poder. Y hay más. Por otro lado, el partido que no está en el poder no está presionando, no hace oposición real con propuestas y análisis, sino que más bien se está preparando para el siguiente sexenio, para lograr el poder.
Por último, el principio de no reelección, que opera en todos los niveles de poder de la esfera pública, tiene otro inconveniente, y es que favorece aún más el personalismo. Los políticos de carrera están constantemente buscando el poder. Durante el sexenio que son presidentes municipales están buscando las redes de apoyo que en el siguiente sexenio les haga ser secretario o diputado estatal, cuando son diputados estatales, están buscando que en el sexenio siguiente puedan saltar a alguna secretaría, y así sucesivamente para no quedarse sin trabajo.
Y en todo este maremagno de luchas por el poder, ascensos, relaciones personales, etc, ¿dónde queda la ideología? Quizás el partido en el que más claro se ve la ideología que defienden y el modelo de país que promueven es en el PAN, que es claramente de derechas, aunque tenga también sus familias y sus matices. Como reflexión me gustaría apuntar que es algo que ocurre a escala global, por diferentes motivos, la derecha siempre es más identificable y está más unida, en los países democráticos (si entramos en los totalitarismos, da lo mismo que hablemos de izquierda o derecha).
Pero a mí me costaría mucho definir al PRI como un partido de izquierdas, y en cierta forma, también al PRD, teniendo en cuenta tanto algunas de sus políticas como el comportamiento de algunos de sus dirigentes. En el caso del PRI, con más experiencia de gobierno, se podría decir que fue de izquierdas hasta la década de los 70 cuando, por exceso de gasto público, inflación y otras dificultades económicas, se inicia una tendencia hacia el neoliberalismo y el Estado se contrae. Pero es difícil en ambos partidos encontrar primero, un modelo de país y segundo, un modelo de país de izquierdas. De nuevo por la propia historia nacional, el socialismo, que en otros países del mundo se convirtió en socialdemocracia, en México nunca se dio. Y es algo a tener en cuenta, porque en un país con tantas carencias económicas y tan mal reparto como este, no se da el Estado de Bienestar, un Estado que proteja a sus ciudadanos por el simple hecho de serlo, que les de educación, sanidad, justicia y otros elementos nada más por ser nacionales.
En todo el mundo existe una tendencia de desideologización de los partidos, de destacar propuestas concretas, de poner el foco en las personas que las están haciendo y olvidando en gran medida el modelo de país que queremos tener. Esta tendencia es más dura en el caso de México, donde la democracia es tan joven y necesita consolidarse.
Desde que en 2000 el PRI perdiese su presidencia imperial a muchos autores les gusta hablar de transición hacia la democracia. Creo que este sexenio ha sido importante en ese sentido, se han hecho reformas importantes aunque creo que las más importantes quedaron en la agenda, y se ha avanzado hacia la transparencia y el debate público. Sin embargo, creo que las elecciones de 2006 van a ser definitivas en este sentido. La transición no sólo no ha terminado, sino que acaba de comenzar. El PRI sigue siendo muy poderoso a nivel estatal y local, sigue haciendo funcionar su maquinaria, y la disidencia es castigada. El sistema corporativo sigue funcionando. Me parece un avance fundamental que los candidatos de los partidos estén siendo elegidos de manera pública y no a puerta cerrada, pero para reforzar esta idea que estoy manteniendo creo que es significativo mirar hacia la fuerte discusión, por no decir mejor el fuerte enfrentamiento, entre los precandidatos tanto del PRI como del PAN. En el PRD no se está dando ese enfrentamiento porque ya tienen un candidato claro, pero la disensión de Cuauthémoc Cárdenas también habla de la división que hay dentro del partido.
Todavía quedan muchos elementos que es importante reformar o afianzar para que se pueda hablar de consolidación de la democracia o tan siquiera de transición real. Es destacable, en este sentido, el Pacto de Chapultepec que han firmado recientemente intelectuales y empresarios. El acuerdo marca cinco objetivos que debe cumplir quienquiera que sea elegido presidente de la República el año que viene y que tienen que ver con el concepto de Estado. Se refieren a consolidar el Estado de Derecho y la seguridad pública, al desarrollo económico y social y a la reforma de la administración pública. Es importante porque lo que refleja es precisamente esa necesidad de la sociedad de tener un modelo de Estado que le haga avanzar. Y es importante porque refleja el compromiso de los diferentes actores sociales con el país, con la mejora de la situación. El problema, según mi perspectiva, es que esta iniciativa debería ser asumida por los políticos, de alguna manera, como ocurrió con los Pactos de la Moncloa en la transición española, donde se demostró que había voluntad política por sacar el país adelante y aceptación de unos mínimos comunes. En México, los políticos parecen estar interesados en otras cuestiones, no están incorporando estos mínimos, no están luchando por ellos, y creo que la presidencia de Fox lo ha demostrado, tanto de parte del partido en el poder como de parte de la oposición, que no ha existido esa voluntad política de sacar las reformas de Estado adelante.
Un paso muy importante que se ha dado para los próximos comicios nacionales es el voto por correo. Está siendo muy criticado por las posibilidades de fraude que se pueden generar, lo que sería un retroceso sin duda ninguna en la frágil y naciente democracia mexicana, pero creo que es fundamental como concepto. En América Latina sólo hay seis países que permiten votar a sus nacionales residentes en el extranjero, y todos lo hacen de forma presencial, ninguno permite el voto por correo. Pero para México, el país del mundo con más nacionales residiendo en el extranjero, sobre todo en EU, creo que es un avance importante, a pesar de las dificultades. Una de ellas es que la ley mexicana no contempla sanción para la suplantación de la personalidad, no hay un mecanismo para controlar que sólo la persona que va a votar y nadie más entregue el voto. Hay una multitud de estafas que se pueden dar, por lo que el control sobre este tipo de voto debería ser muy minucioso. Otro elemento que hace defectuoso el voto por correo es el hecho de que los candidatos no puedan hacer campaña en el extranjero, lo que dificulta el poder de elección de los expatriados. Resulta difícil elegir sin conocer, aunque también es cierto que, al no poder aplicar la ley mexicana en suelo extranjero, el control sobre el comportamiento de los candidatos es más difícil.
Después de toda esta reflexión sobre la política mexicana me surge la pregunta de si es posible la democracia en un país en el que todavía alrededor de la mitad de la población es pobre. Claro que no hace falta ser rico ni vivir en la ciudad para tener un criterio político o una ideología y elegir a los gobernantes en función de esto. No es ese el problema. El problema viene de la facilidad que encuentran los políticos para coaccionar a esta gente que tanto necesita, la dependencia económica que se genera del poder, la facilidad para la compra de votos. Creo que es un elemento importante y que distorsiona la vida política del país.
Otro elemento preocupante es la falta de confianza de la población en los partidos políticos y sus líderes, porque es un caldo de cultivo ideal para la aparición de mesías salvadores que prometen la redención en sistemas no democráticos. La falta de participación en la vida política puede derivar en totalitarismos, y sin duda lo que genera es una carencia de control, por la falta de interés de los ciudadanos, sobre los políticos y el ejercicio del poder. Es interesante que surjan iniciativas como la que se plantea desde Chiapas de hacer una campaña alternativa, porque implica debate de fondo, porque implica participación y democracia. Pero hay que poner atención y estar vigilantes sobre cómo se maneja el proceso y qué tanto se canaliza hacia un mayor bienestar de la sociedad en su conjunto.
El sistema político mexicano, igual que ocurre en otras partes del mundo, es consecuencia de la historia del país, que le da unos elementos peculiares. La primera particularidad que llama mi atención es que en una sola figura se concentran la jefatura de Estado y de Gobierno. Es un sistema fuertemente basado en la figura del Presidente y este esquema es el mismo desde la máxima esfera de poder (la jefatura del Estado) hasta el nivel más básico (la presidencia municipal).
Después de la independencia, el poder siempre lo ostentó un líder, apoyado en un sistema ideológico o no, pero la suerte del país siempre dependió de un individuo, de su personal estilo de gobernar, y cuyo mandato rara vez terminaba de una manera pacífica. Después de la Revolución este sistema no cambió. Surgieron numerosos líderes locales, cuyo poder provenía de las armas, con lo cual el país se hizo ingobernable. Hasta 1929 no se funda el primer partido político para dar cierta estabilidad y unión al país, el Partido Nacional Revolucionario, que pasaría a ser Partido de la Revolución Mexicana en 1938 y que derivaría en 1943 en el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Así que en México se podría decir que ocurrieron las cosas al revés. El partido político se crea para dar cobertura, apoyos y control a la persona que ostenta el poder, y no ocurre que primero surjan los partidos políticos como expresión común de la ideología de un grupo de personas, que quieren luchar por unos intereses comunes, y de los que eventualmente surgen dirigentes primero y gobernantes después.
El sistema de control que creó el PRI (cuyo nombre no deja de ser paradójico, porque no hay nada menos institucional que una revolución) y que funcionó durante 70 años hizo que en México no se pudiera hablar de democracia real, aunque sí formal, dada la existencia de otros partidos políticos y la celebración de elecciones (que no democráticas, porque había todo un mecanismo que permitía conocer de antemano los resultados) periódicas. De hecho, el principal rival (si es que durante 70 años el PRI pudo tener algún rival) de este partido se creó de manera paralela al PRI. El Partido de Acción Nacional fue fundado en 1939 como reacción a las políticas de izquierda del presidente Lázaro Cárdenas por un grupo de empresarios. Se podría decir que es en ese momento cuando se definen ideológicamente los partidos, izquierda – derecha, aunque desde aquel momento hasta la actualidad creo que las ideologías se han diluido bastante, especialmente en el caso del PRI.
El origen de este sistema hegemónico está en la necesidad de control y de estabilidad en todo el territorio nacional. Y es bajo la presidencia de Lázaro Cárdenas cuando se crea toda la maquinaria del PRI. Por primera vez el Gobierno federal tuvo control real sobre todo el territorio. Concentra todo el poder político, consolida el poder económico, controla el ejército y establece dos cosas fundamentales en las siguientes décadas: la facultad de elegir a su sucesor y el sistema corporativista.
México es, desde luego, un país lleno de paradojas (sin decir que otros lugares no lo sean también) y una más es el hecho de que Lázaro Cárdenas, que ha pasado a la historia como un presidente de izquierdas, que hizo mucho por la generalización de la educación y nacionalizó el petróleo, sea quien creó el sistema que permitió a un mismo partido perpetuarse en el poder y acabar con cualquier intento de democracia que pudiera surgir tras la revolución.
Lo que hizo Lázaro Cárdenas para estabilizar el país fue organizar y estructurar toda la sociedad desde el poder. Creó el sistema sindical vertical que hasta hoy sigue manteniendo un poder fuerte (ya no tanto como antaño), aunque quizás hoy el poder se ha estructurado más de una forma territorial, son los gobernadores de los Estados los que tienen mayor control sobre la población. La democracia sindical, todavía hoy en día es inexistente, ya que en una empresa sólo puede haber un sindicato dominante, que es el que firma el contrato colectivo en nombre de los trabajadores. Esta estructura de control fue la que dio estabilidad, crecimiento económico y paz social al país, y a través de estos elementos el sistema tuvo su sustento de legitimidad. No era legitimidad democrática, sino por desempeño.
El problema surge cuando se erosiona la fuente del poder, cuando el sistema deja de dar resultados, porque se produce una falta de legitimidad que genera conflicto y división. El PRI a pesar de esto (que se dio a finales de los 70, principios de los 80), supo mantener el poder un tiempo más y de hecho, a pesar del triunfo en 2000 del PAN, la maquinaria del PRI está erosionada, pero yo no me atrevería a decir que ha desaparecido o perdido completamente su poder. Muchos de los mecanismos siguen funcionando a nivel estatal y local, los sindicatos siguen teniendo mucho poder sobre los trabajadores, el sistema sigue siendo fuertemente personalista, aunque ahora todo es más público y ciertamente más democrático.
Ya comenté antes que el origen de este sistema personalista tiene que ver con la evolución histórica del país, probablemente viene desde más lejos, pero desde luego de una forma muy evidente desde que México es un país independiente y soberano. Y se mantiene hasta hoy. Durante la presidencia hegemónica del PRI, desde esa consolidación del sistema de manos de Lázaro Cárdenas, el candidato del PRI, que luego terminaría convirtiéndose en presidente, era elegido por el presidente saliente, aunque tenía que consultar su propuesta con los presidentes anteriores. Había una familia política y para llegar a ser presidente de la República contaban los méritos personales y las buenas relaciones con las personas adecuadas. No soy tan ingenua como para pensar que en otros sistemas en los que los partidos políticos tienen más peso que el candidato no es así, pero desde luego es un sistema que desvirtúa completamente la carrera política. El hecho de que la persona designada dependa de otras hace que se generen unos grupos de poder dentro de los propios partidos nada deseables para la vida democrática de cualquier país. Se crean favores, deudas personales, intereses particulares, que nada tienen que ver con un proyecto político o una idea de nación. Y lo mismo ocurre a otros niveles, como el municipal o estatal, cada escala de poder tiene su red de clientelismos y sus ascensos y cadenas de favores.
Un elemento fundamental que no he mencionado hasta ahora y que es determinante en la vida política mexicana es el principio de no reelección. Surge de la Revolución, dados los antecedentes de presidentes que pretendían perpetuarse en el poder. Tiene su sentido, es necesario poner límites al poder porque la silla presidencial debe ser muy cómoda y el que se sienta ahí luego no quiere pararse, pero también tiene muchos inconvenientes. Uno, y para mí el principal, es que eso le resta responsabilidad al poder. La población no tiene la posibilidad de castigar o premiar la acción política, y exigir que se corrija o darle más tiempo para que se mantenga un plan de trabajo. Los proyectos no tienen continuidad, cada sexenio se origina un plan que va a terminar con los problemas del sector y al sexenio siguiente viene otro que tiene otra idea mágica y maravillosa que no tiene nada que ver con la anterior y que parte de cero. Y esto a todos los niveles de poder. Y hay más. Por otro lado, el partido que no está en el poder no está presionando, no hace oposición real con propuestas y análisis, sino que más bien se está preparando para el siguiente sexenio, para lograr el poder.
Por último, el principio de no reelección, que opera en todos los niveles de poder de la esfera pública, tiene otro inconveniente, y es que favorece aún más el personalismo. Los políticos de carrera están constantemente buscando el poder. Durante el sexenio que son presidentes municipales están buscando las redes de apoyo que en el siguiente sexenio les haga ser secretario o diputado estatal, cuando son diputados estatales, están buscando que en el sexenio siguiente puedan saltar a alguna secretaría, y así sucesivamente para no quedarse sin trabajo.
Y en todo este maremagno de luchas por el poder, ascensos, relaciones personales, etc, ¿dónde queda la ideología? Quizás el partido en el que más claro se ve la ideología que defienden y el modelo de país que promueven es en el PAN, que es claramente de derechas, aunque tenga también sus familias y sus matices. Como reflexión me gustaría apuntar que es algo que ocurre a escala global, por diferentes motivos, la derecha siempre es más identificable y está más unida, en los países democráticos (si entramos en los totalitarismos, da lo mismo que hablemos de izquierda o derecha).
Pero a mí me costaría mucho definir al PRI como un partido de izquierdas, y en cierta forma, también al PRD, teniendo en cuenta tanto algunas de sus políticas como el comportamiento de algunos de sus dirigentes. En el caso del PRI, con más experiencia de gobierno, se podría decir que fue de izquierdas hasta la década de los 70 cuando, por exceso de gasto público, inflación y otras dificultades económicas, se inicia una tendencia hacia el neoliberalismo y el Estado se contrae. Pero es difícil en ambos partidos encontrar primero, un modelo de país y segundo, un modelo de país de izquierdas. De nuevo por la propia historia nacional, el socialismo, que en otros países del mundo se convirtió en socialdemocracia, en México nunca se dio. Y es algo a tener en cuenta, porque en un país con tantas carencias económicas y tan mal reparto como este, no se da el Estado de Bienestar, un Estado que proteja a sus ciudadanos por el simple hecho de serlo, que les de educación, sanidad, justicia y otros elementos nada más por ser nacionales.
En todo el mundo existe una tendencia de desideologización de los partidos, de destacar propuestas concretas, de poner el foco en las personas que las están haciendo y olvidando en gran medida el modelo de país que queremos tener. Esta tendencia es más dura en el caso de México, donde la democracia es tan joven y necesita consolidarse.
Desde que en 2000 el PRI perdiese su presidencia imperial a muchos autores les gusta hablar de transición hacia la democracia. Creo que este sexenio ha sido importante en ese sentido, se han hecho reformas importantes aunque creo que las más importantes quedaron en la agenda, y se ha avanzado hacia la transparencia y el debate público. Sin embargo, creo que las elecciones de 2006 van a ser definitivas en este sentido. La transición no sólo no ha terminado, sino que acaba de comenzar. El PRI sigue siendo muy poderoso a nivel estatal y local, sigue haciendo funcionar su maquinaria, y la disidencia es castigada. El sistema corporativo sigue funcionando. Me parece un avance fundamental que los candidatos de los partidos estén siendo elegidos de manera pública y no a puerta cerrada, pero para reforzar esta idea que estoy manteniendo creo que es significativo mirar hacia la fuerte discusión, por no decir mejor el fuerte enfrentamiento, entre los precandidatos tanto del PRI como del PAN. En el PRD no se está dando ese enfrentamiento porque ya tienen un candidato claro, pero la disensión de Cuauthémoc Cárdenas también habla de la división que hay dentro del partido.
Todavía quedan muchos elementos que es importante reformar o afianzar para que se pueda hablar de consolidación de la democracia o tan siquiera de transición real. Es destacable, en este sentido, el Pacto de Chapultepec que han firmado recientemente intelectuales y empresarios. El acuerdo marca cinco objetivos que debe cumplir quienquiera que sea elegido presidente de la República el año que viene y que tienen que ver con el concepto de Estado. Se refieren a consolidar el Estado de Derecho y la seguridad pública, al desarrollo económico y social y a la reforma de la administración pública. Es importante porque lo que refleja es precisamente esa necesidad de la sociedad de tener un modelo de Estado que le haga avanzar. Y es importante porque refleja el compromiso de los diferentes actores sociales con el país, con la mejora de la situación. El problema, según mi perspectiva, es que esta iniciativa debería ser asumida por los políticos, de alguna manera, como ocurrió con los Pactos de la Moncloa en la transición española, donde se demostró que había voluntad política por sacar el país adelante y aceptación de unos mínimos comunes. En México, los políticos parecen estar interesados en otras cuestiones, no están incorporando estos mínimos, no están luchando por ellos, y creo que la presidencia de Fox lo ha demostrado, tanto de parte del partido en el poder como de parte de la oposición, que no ha existido esa voluntad política de sacar las reformas de Estado adelante.
Un paso muy importante que se ha dado para los próximos comicios nacionales es el voto por correo. Está siendo muy criticado por las posibilidades de fraude que se pueden generar, lo que sería un retroceso sin duda ninguna en la frágil y naciente democracia mexicana, pero creo que es fundamental como concepto. En América Latina sólo hay seis países que permiten votar a sus nacionales residentes en el extranjero, y todos lo hacen de forma presencial, ninguno permite el voto por correo. Pero para México, el país del mundo con más nacionales residiendo en el extranjero, sobre todo en EU, creo que es un avance importante, a pesar de las dificultades. Una de ellas es que la ley mexicana no contempla sanción para la suplantación de la personalidad, no hay un mecanismo para controlar que sólo la persona que va a votar y nadie más entregue el voto. Hay una multitud de estafas que se pueden dar, por lo que el control sobre este tipo de voto debería ser muy minucioso. Otro elemento que hace defectuoso el voto por correo es el hecho de que los candidatos no puedan hacer campaña en el extranjero, lo que dificulta el poder de elección de los expatriados. Resulta difícil elegir sin conocer, aunque también es cierto que, al no poder aplicar la ley mexicana en suelo extranjero, el control sobre el comportamiento de los candidatos es más difícil.
Después de toda esta reflexión sobre la política mexicana me surge la pregunta de si es posible la democracia en un país en el que todavía alrededor de la mitad de la población es pobre. Claro que no hace falta ser rico ni vivir en la ciudad para tener un criterio político o una ideología y elegir a los gobernantes en función de esto. No es ese el problema. El problema viene de la facilidad que encuentran los políticos para coaccionar a esta gente que tanto necesita, la dependencia económica que se genera del poder, la facilidad para la compra de votos. Creo que es un elemento importante y que distorsiona la vida política del país.
Otro elemento preocupante es la falta de confianza de la población en los partidos políticos y sus líderes, porque es un caldo de cultivo ideal para la aparición de mesías salvadores que prometen la redención en sistemas no democráticos. La falta de participación en la vida política puede derivar en totalitarismos, y sin duda lo que genera es una carencia de control, por la falta de interés de los ciudadanos, sobre los políticos y el ejercicio del poder. Es interesante que surjan iniciativas como la que se plantea desde Chiapas de hacer una campaña alternativa, porque implica debate de fondo, porque implica participación y democracia. Pero hay que poner atención y estar vigilantes sobre cómo se maneja el proceso y qué tanto se canaliza hacia un mayor bienestar de la sociedad en su conjunto.
1 Lo que otros dijeron:
bastante interesante, un saludo desde Cancún, el gabo
Por
vagabo, el 12:14
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