La colonia Roma
La colonia Roma es el barrio donde yo vivo. Colonia es como dicen barrio en México. En realidad, vivo en los límites de la Roma, casi en la Condesa, pero como pasa siempre con estas cosas, no es lo mismo ser de Los Remedios que de Triana, del Almendral que del Paquete, de La Latina que de Lavapiés, pues igual en México. Yo soy de la Roma, no de la Condesa...
Hoy encontré un artículo que habla de la historia de mi barrio, aquí se los dejo...
LA COLONIA ROMA
Por Pilar Sicilia
Este año la colonia Roma celebra cien años de su fundación. Creemos que aun con todas las modificaciones y deterioros que ha sufrido —debido a fenómenos deplorables como las rentas congeladas, terremotos y ejes viales, entre otros— tiene todavía edificios y calles únicas, y sigue siendo una de las colonias de mayor tradición, renombre y belleza en esta que alguna vez fue nombrada la Ciudad de los Palacios.
Dice Guillermo Tovar y de Teresa, cronista de la Ciudad de México: «La colonia Roma fue el espacio de la ilusión. El reducto urbanístico de una edad que inició cuando cambió el siglo, cuando se iniciaron las guerras y vino la Revolución.» Esta colonia es, sin duda, un símbolo del Porfiriato, época en la que se pretendió embellecer la capital para colocarla al nivel de cualquier otra del mundo, con sus casas, edificios y construcciones afrancesadas, muy a la altura del nuevo siglo. Su innovador diseño incluía calles amplias, de 20 metros de ancho o más, bordeadas de grandes árboles, al estilo de los bulevares parisinos, de ahí avenidas como Álvaro Obregón, Orizaba y Veracruz, entre otras.
La otra cara de la ciudad, en tanto, estaba conformada por barrios pobres, cercanos al Centro, como Tepito y Candelaria, donde vivían familias enteras hacinadas en cuartos de viejas vecindades. La parte elegante de la ciudad estaba iluminada con faroles importados de Berlín y en ella comenzaban a circular los primeros automóviles. Entonces, las familias acomodadas asistían al teatro Nacional a admirar a Virginia Fábregas y a Luisa Tetrazzini. Eran miembros del Jockey Club y del Club Americano.
La colonia Roma se construyó en los terrenos Potreros de Romita, un viejo pueblito de los alrededores, en donde no había más nada, que compró en 1902, don Edward Walter Orrin —empresario inglés dueño de un famoso circo—, gerente de la compañía Terrenos de la Calzada de Chapultepec, S. A., y que se convirtió en el primer fraccionamiento en forma en la Ciudad de México.
La colonia cuenta con un total de 178 manzanas, siendo muy grande, en comparación con otras. Sus calles tomaron el nombre de ciudades y estados de la República; se dice que Orrin los eligió como remembranza de las giras que hizo con su circo por todo el país.
La Roma no fue la colonia de los más ricos —ésos vivían en Reforma—, sino de una clase social que, estallada la Revolución, no pudo salir del país y «se quedó con el sueño de seguir viviendo como en tiempos de don Porfirio», como nos dice Tovar y de Teresa.
La colonia Roma se distinguió por sus magníficas residencias y espléndidos edificios de apartamentos, por sus avenidas y por la calidad de sus servicios públicos —alumbrado, pavimentos, jardines—, apartamentos «que dieron a la ciudad la sensación de ser moderna». Conviene destacar que los estilos arquitectónicos preponderantes en la colonia Roma tradicional fueron tres: el Art Nouveau, el estilo ecléctico, el Art Déco y el racionalismo europeo.
Cada época ha destruido lo que le precede porque no ha sabido respetar su pasado ni desplazarse sin buscar nuevos espacios. Es una pena ver en lo que la Roma se ha convertido: en una zona comercial inhóspita, atravesada por arterias desiguales y mal planeadas, demolida y destruida en gran parte…
Hoy encontré un artículo que habla de la historia de mi barrio, aquí se los dejo...
LA COLONIA ROMA
Por Pilar Sicilia
Este año la colonia Roma celebra cien años de su fundación. Creemos que aun con todas las modificaciones y deterioros que ha sufrido —debido a fenómenos deplorables como las rentas congeladas, terremotos y ejes viales, entre otros— tiene todavía edificios y calles únicas, y sigue siendo una de las colonias de mayor tradición, renombre y belleza en esta que alguna vez fue nombrada la Ciudad de los Palacios.
Dice Guillermo Tovar y de Teresa, cronista de la Ciudad de México: «La colonia Roma fue el espacio de la ilusión. El reducto urbanístico de una edad que inició cuando cambió el siglo, cuando se iniciaron las guerras y vino la Revolución.» Esta colonia es, sin duda, un símbolo del Porfiriato, época en la que se pretendió embellecer la capital para colocarla al nivel de cualquier otra del mundo, con sus casas, edificios y construcciones afrancesadas, muy a la altura del nuevo siglo. Su innovador diseño incluía calles amplias, de 20 metros de ancho o más, bordeadas de grandes árboles, al estilo de los bulevares parisinos, de ahí avenidas como Álvaro Obregón, Orizaba y Veracruz, entre otras.
La otra cara de la ciudad, en tanto, estaba conformada por barrios pobres, cercanos al Centro, como Tepito y Candelaria, donde vivían familias enteras hacinadas en cuartos de viejas vecindades. La parte elegante de la ciudad estaba iluminada con faroles importados de Berlín y en ella comenzaban a circular los primeros automóviles. Entonces, las familias acomodadas asistían al teatro Nacional a admirar a Virginia Fábregas y a Luisa Tetrazzini. Eran miembros del Jockey Club y del Club Americano.
La colonia Roma se construyó en los terrenos Potreros de Romita, un viejo pueblito de los alrededores, en donde no había más nada, que compró en 1902, don Edward Walter Orrin —empresario inglés dueño de un famoso circo—, gerente de la compañía Terrenos de la Calzada de Chapultepec, S. A., y que se convirtió en el primer fraccionamiento en forma en la Ciudad de México.
La colonia cuenta con un total de 178 manzanas, siendo muy grande, en comparación con otras. Sus calles tomaron el nombre de ciudades y estados de la República; se dice que Orrin los eligió como remembranza de las giras que hizo con su circo por todo el país.
La Roma no fue la colonia de los más ricos —ésos vivían en Reforma—, sino de una clase social que, estallada la Revolución, no pudo salir del país y «se quedó con el sueño de seguir viviendo como en tiempos de don Porfirio», como nos dice Tovar y de Teresa.
La colonia Roma se distinguió por sus magníficas residencias y espléndidos edificios de apartamentos, por sus avenidas y por la calidad de sus servicios públicos —alumbrado, pavimentos, jardines—, apartamentos «que dieron a la ciudad la sensación de ser moderna». Conviene destacar que los estilos arquitectónicos preponderantes en la colonia Roma tradicional fueron tres: el Art Nouveau, el estilo ecléctico, el Art Déco y el racionalismo europeo.
Cada época ha destruido lo que le precede porque no ha sabido respetar su pasado ni desplazarse sin buscar nuevos espacios. Es una pena ver en lo que la Roma se ha convertido: en una zona comercial inhóspita, atravesada por arterias desiguales y mal planeadas, demolida y destruida en gran parte…
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